Capitulo # 1 Valentina

vale

Fue como ver el paraíso en ese preciso momento en que ella apareció, todo un encanto como siempre la soñé, sus girasoles en sus manos adornaban la sonrisa más bella que jamás vi. Quede plasmado mientras ella se acercaba más a mí, y en tan solo segundos mi mundo se detuvo. Deseando que ella volteara y me viese justamente cuando estaba apreciando su sonreír. Fue traumante el saber que no estaría frente a mi y que no crusariamos ni media palabra. Deseaba saber por lo menos su nombre, pero ella ni siquiera me vio, mientras yo veía en ella un mar de ilusiones, un sol radiante despertando mis deseos más apasionados. Fue como estar a unos metros del cielo.

A los días siguientes como parte de mi destino, allí estaba ella nuevamente y tan solo pude ver sus cabellos siendo acariciados por el viendo y mis ganas mas profundas de poderle hablar, pero no todo era color de rosa pues para ese entonces yo sabía que no era libre. Pues los girasoles de aquea vez primera, alguien debió regalárselas.

Yo estaba ansioso por saber quién, y de donde era, aun sabiendo que mis esperanzas eran muy limitadas, pero no perdía nada con soñar. Pues es fácil hacerlo y nada perdería.

Con los días di con ella, escuche que alguien llamo ¡Valentina! fue en ese momento donde ella volteo.

-Amenos ya sabía su nombre pensé en ese momento-

Estaba algo cerca de mí. pero esa vez tampoco pudo verme, era tarde y ya casi caída el sol, yo tenía que marcharme a una reunión y abandone el café en donde estábamos sin que ella pudiese verme, o talvez si lo hiso, pero yo no lo supe.

Al pasar las semanas en un medio suspiro la encontré, el destino estaba a mi favor una vez más, me di cuenta que no podía más de emoción y que aquella sonrisa de la otra vez ahora la tenía frente a mí, iluminada muy de cerca y con su mágico mirar, le pregunte su nombre y en ese segundo algo nos interrumpió, para cuando seguimos conversando ya el tema era otro, olvide preguntar de nuevo su nombre y después de unos veinte y cinco minutos de charla nos despedimos sin esperanza alguna de volverla a ver.

Cada día pensaba más en ella, a pesar de mis proyectos dándome dolores de cabeza, por mas ocupado que estaba en aquel entonces, ella siempre estaba allí en mi mente, ni el estrés más grande podía hacer que yo olvidase aquella mujer que tanto había soñado, que con tan solo dos segundos puso mi mundo de color.

 

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